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Geir Haarde, un nórdico apacible en medio de la tormenta

Al mando de un país sumido en la crisis, quizás más que cualquier otro, el jefe del gobierno islandés, Geir Haarde, conserva su sonrisa y su cortesía, dando una impresión de estabilidad que brinda cierta seguridad a sus conciudadanos, agobiados por los problemas.

Mientras se derrumbaba el sistema bancario, sobre el cual el país basó su prosperidad, los inversores abandonaban en masa la divisa islandesa y la Bolsa de Reikiavik se derretía como la nieve al sol, este nórdico de 58 años mantuvo su sangre fría.

Considerado como un tecnócrata bastante gris, este diplomado de tres universidades estadounidenses debe su apellido, Haarde, a una palabra derivada del noruego que significa 'duro', lo que no refleja su personalidad. "Es como una especie de osito", estima Svanborg Sigmarsdottir, periodista política del gratuito islandés Frettabladid. "Siempre está tranquilo, sereno. Sus bromas son muy sutiles. No es un emotivo", añadió.

Por su personalidad, el primer ministro conservador da una cierta seguridad a sus flemáticos conciudadanos, lo que de todas maneras no impidió el derrumbe de su popularidad: según la última encuesta disponible, el 22% de los islandeses estaban satisfechos con él en septiembre, antes de que golpeara lo peor de la crisis, contra un 69,9% un año antes. "En momentos de crisis, no es anormal que la gente cierre filas en torno a su dirigente", explica Sigmarsdottir. "Uno no quiere añadir caos al caos", indicó.

Padre de 5 hijos, Haarde dedicó lo esencial de su carrera a la política islandesa. Pasó varios años en el Banco Central, luego dirigió el ministerio de Finanzas durante siete años y el de Relaciones Exteriores durante un año, antes de convertirse en primer ministro en junio de 2006.

Se le reprocha no haber percibido la dimensión de la crisis con suficiente antelación. Pero supo recuperar terreno durante el desacuerdo con Gran Bretaña sobre la suerte de las filiales británicas de los bancos islandeses, negándose a someterse a los designios del poderoso gobierno británico, que lo amenazaba con llevar a Islandia ante los tribunales.

Políglota y aficionado al canto, Haarde recurrió al lirismo para animar a sus conciudadanos: "Armados del optimismo, del coraje y de la solidaridad propias a Islandia, navegaremos a través de la tempestad", dijo en una tormentosa entrevista televisada.

La crisis no cambió su escepticismo hacia la Unión Europea, a la que no piensa integrar su isla, de 313.000 habitantes. "Veo cómo la Unión Europea trata a los pequeños países. Algunos son marginalizados, me parece", declaró esta semana. "Me temo que como somos el más chico de los chicos, será también nuestro caso".

Info: Google Noticias

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