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Crisis financiera

El Gobierno de Islandia puso hoy en marcha las primeras medidas de su plan de emergencia, mediante la nacionalización del segundo banco del país, que espera le ayuden junto con la llegada de un crédito ruso a superar la crisis financiera.

Tras la aprobación anoche de urgencia del paquete de medidas "más radical" en la historia del país, según su primer ministro, Geir Haarde, el Estado asumió el control del Landsbanki, segundo instituto crediticio.

El Kaupthing, primer banco islandés, recibió hoy un préstamo de 500 millones del Banco Nacional (Sedlabanki), dos días después de asegurar que su situación financiera era buena, aunque desmintió que vaya a seguir los pasos del Landsbanki y del Glitnir, nacionalizado ya hace una semana.

Horas después de que el Banco Nacional comunicara la aprobación de un crédito ruso por 4.000 millones de euros, Haarde tuvo que rectificar y reconocer que el acuerdo aún no se había producido y que expertos del Sedlabanki viajarán inmediatamente a Moscú para negociar las condiciones del préstamo.

La radicalización de la crisis revela la fragilidad de la economía islandesa, un país de apenas 300.000 habitantes que ha vivido años de "boom" económico gracias a la gran expansión de su sector financiero, que representa ocho veces el PIB nacional.

Tras décadas de austeridad, dependencia casi absoluta de la pesca y economía estatalizada, Islandia ha experimentado una transformación enorme en las últimos 30 años.

Primero fue la implantación de un sistema de cuotas pesqueras en la década de 1970, al que siguió una extensa política de privatizaciones entre 1985 y 1995, incluido el sector bancario, que impulsaron a una nueva generación de jóvenes islandeses que empezaron a invertir en los mercados internacionales.

Apoyados en una coyuntura económica propicia y en préstamos obtenidos en el extranjero, los inversores islandeses pusieron en práctica una agresiva política expansiva en el Reino Unido y Escandinavia, en particular en Dinamarca, el antiguo poder colonial, del que Islandia se independizó en 1944.

En apenas unos años, varios grupos islandeses, capitaneados por la inversora Baugur, se hicieron con las aerolíneas Sterling, los grandes almacenes Magasin e Illum y una docena de empresas danesas: su ambición parecía no tener límite.

Al mismo tiempo que el sector financiero crecía y crecía, aparecieron los primeros síntomas de calentamiento de la economía, que empezaron a tomar visos de gravedad el pasado mayo, cuando los bancos centrales de Suecia, Noruega y Dinamarca concedieron un crédito extraordinario de 1.500 millones de euros al Sedlabanki.

Con la inflación por las nubes, la corona islandesa hundida y la banca tambaleándose, Islandia atraviesa la crisis más grave de su historia reciente, a la espera de que el plan de emergencia y la llegada de más créditos puedan reconducir la situación.

Info: EFECOM - Terra Invertia

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