Dicho estudio, que recogió hoy el Servicio de Información y Noticias Científicas (SINC), fue publicado en el 'Journal of Geosphysical Research' y analiza la información que recogieron los periódicos y observatorios geomagnéticos de la época sobre aquel "evento de tiempo espacial extremo", que en el caso de que volviera a suceder, pondría en peligro a satélites, naves espaciales y astronautas.
"Las auroras a baja latitud suelen ser de colores rojizos, pero las de 1870 presentaron además una paleta variable de colores, incluyendo tonos verdosos y blancos", explica el físico de la Escuela Politécnica de la Universidad de Extremadura y autor del estudio, José Manuel Vaquero.
En España, el 24 de octubre de 1870, el físico Fuertes Acevedo lo observó desde Santander y describió la aurora como "el reflejo de un inmenso fuego" y la del día siguiente como "brillantes claraboyas hacia el norte de un color violeta rojizo".
"Tuvimos el grato placer de contemplar este fenómeno meteorológico, que tanto pánico causó a las mujeres y personas vulgares, creyéndolo precursor de guerras, pestes y otros disparates", señalaba 'El Vigilante' de Menorca. El rotativo catalán apuntaba que, en el siglo XIX aunque no se supieran las causas del fenómeno, "sólo por su influencia sobre las agujas imantadas se cree que es debido al magnetismo terrestre".
Los magnetogramas revelan que durante esos dos días de 1870 se produjo una intensa perturbación, constituida por dos tormentas geomagnéticas distintas, que afectó al campo magnético de la Tierra. "Gracias a algunas observaciones fotográficas del Sol realizadas durante aquel año, hemos identificado un grupo de manchas solares de larga duración, que probablemente fue el responsable de este gran evento del clima de espacio", indica Vaquero.
Info: Europa Press
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