«Los valores femeninos cotizan al alza en Islandia. Para arreglar el desaguisado dejado por los hombres —esos vikingos de la expansión ficticia que hundieron al país—, las mujeres, con la cantante Björk a la cabeza, se han puesto al frente [es decir, a la cabeza].» Esta es la entradilla del reportaje sobre Islandia que publica hoy el suplemento Yo Dona . Tengo intención, aunque breve, de tomármelo en serio. Porque lo importante no es la mención a esos supuestos «valores femeninos.» O a la evidencia, citada en un fondo del artículo, de que Islandia fue el primer país en elegir democráticamente a una mujer para la presidencia ( Vigdís Finnbogadóttir , ( 1980 – 1996 ). O los centenares de aduanas morales que cabría levantar en esas líneas, singularmente entre cuerno y cuerno del vikingo. Lo importante es que el texto haya podido imprimirse. Sobre las razones de que se imprima tengo malas noticias que dar a la directora de Yo Dona. Se imprime porque la mayoría de los hombres no se toman
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