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Iceland Fashion Week, un desastre...

Llegaron hasta la remota Islandia esperando encontrarse con flashes, glamour, copas de champán y todo lo que rodea a las semanas de la moda del mundo entero. Sin embargo, los creadores que llegados desde todos los continentes acaban de intentar presentar sus colecciones han vivido una auténtica pesadilla que les costará bastante olvidar. Y eso que la Iceland Fashion Week se promociona como “la pasarela más cool al norte de París”.

Todos habían respondido en julio a un email en el que se les convocaba a participar en la Iceland Fashion Week. Pusieron en marcha la maquinaria (preparación de diseños, bocetos, patrones, textiles, etcétera) y llegaron el dos de septiembre a la isla-estado del Atlántico norte, algunos sólo después de endeudarse para comprar los billetes de avión.

Desde el aterrizaje todo olía a chamusquina. En vez de en un hotel, el New York Magazine cuenta que los diseñadores fueron hospedados en una antigua base militar de la OTAN abandonada desde 2006 y situada a una hora de Reykjavik. Rodeados de piedras y mas piedras, tenían ante sí un lugar perfecto para hallar inspiración para una colección de invierno pero pésimo para organizar un evento de moda.

Pasarela de hielo

Aquello tenía poco que ver con el Bryant Park, donde acaba de celebrarse la New York Fashion Week, o con el palacio de Tokio de París. El símil más acertado era con una feria de pueblo, según los presentes. Más exactamente la de la villa de Keflavik. ¡Y con perritos calientes y coches de choque en vez de mignardises y kissing room!

La crisis económica, que ha convertido a Islandia en un país con una deuda de 50.000 millones de euros a repartir entre una población de 300.000 personas, no es la culpable de que las modelos tuvieran que desfilar entre bloques de hielo sobre listones de madera colocados de cualquier modo. Los dedos acusadores apuntan a Kolbrún Adalsteinsdóttir, toda una referencia en el mundo de las modelos en el país que ostenta el copyright del término ‘Iceland Fashion Week’ desde 2003.

“Es inestable, desorganizada y no tiene a nadie que la apoye”, afirma a New York Magazine Gunnar Hilmarsson, responsable del Consejo de la Moda de Islandia. Kolbrún, sin embargo, lo ve todo de un modo muy diferente. Preguntada por la situación, respondió sin tapujos: “¿Has estado en la semana de la moda de Milán? Es igualita a esta. La gente está feliz, la luz es increíble...”

Críticas generalizadas

Lo malo para Adalsteinsdóttir es que las críticas de Hilmarsson no son las únicas. La web Iceland Review recoge unas declaraciones del propio director de la semana de la moda islandesa, Andrew Lockhart, en las que no cabe espacio para la duda: “He estado en el negocio de la moda durante 20 años y nunca había visto nada como esto. Pido disculpas por mi responsabilidad en la organización”, dijo antes de asegurar que el año próximo no participará en la organización.

La única esperanza que ve Lockhart es que a partir del desfile paralelo de los diseñadores en la discoteca se puede crear el germen de un nuevo evento que atraiga a jóvenes creadores. Por ahora la fama de la pasarela islandesa no puede ser peor: eso es lo bueno de tocar fondo, que sólo se puede mejorar.

Info: El Confidencial - Tendencias - Moda

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