La más importante empresa ballenera islandesa, Hvalur hf, cazó 125 ballenas de aleta o rorcuales comunes (Balaenoptera physalus) este verano. Kristjan Loftsson, el dueño, asegura que, con tan elevadas capturas, las exportaciones de carne de ballena al Japón se incrementarán muchísimo este año: hasta 1.500 toneladas, superando de largo las 65 del año pasado, y llenando así los stocks del mercado nipón.
¿Pero es legal? Desgraciadamente, sí.
Ambas naciones están exemptas de la moratoria de comerciar con carne de ballena que impera en todo el mundo. Noruega, por ejemplo, lo logra por la vía más descarada: formalmente se opone a tal prohibición y se declara a sí misma exempta. Japón lo encubre con la “permisos científicos”. A grupos indígenas, como en Alaska, se les permite por motivos de subsistencia tradicional.
Lo grave del caso es que el rorcual común se cuenta entre las especies en peligro de extinción. Los científicos marinos de Islandia, en cambio, sostienen que la población de este cetáceo es en sus aguas lo suficientemente grande como para sostener capturas del tamaño antes expuesto.
Las nuevas cuotas de capturas de este tipo de ballenas fueron aprobadas, en medio de una fuerte controversia, por el gobierno de Geir Haarde poco antes de tener que renunciar, el pasado enero, entre las airadas protestas de la población, arruinada por la crisis de las sub-prime.
A pesar de que el nuevo gobierno, formado por una coalición de la izquierda y los verdes, prometiera en su momento revisar estas cuotas, lo cierto es que de momento ni lo ha hecho ni pinta tiene de que lo vaya a hacer.
La esperanza más firme está en manos de la Unión Europea. El gobierno actual ha aplicado formalmente para ingresar en la unión, y es más que probable que como condición se obligue a Islandia a acabar con la caza y comercio de ballenas.
El pueblo islandés, no obstante, debe todavía pronunciarse en un reférendum a favor o en contra del ingreso en la UE, por lo que los grupos conservacionistas creen que la empresa de Kristjan Loftsson está usando los beneficios de la exportación de carne de ballena (estimados este año en 40 millones de dólares…) como forma de chantaje o lobby a los políticos.
Por otro lado, en Japón habrá elecciones pronto. A pesar de que los ecologistas tenían la esperanza de que el candidato opositor modificara las políticas balleneras del país nipón, lo cierto es que la posición pre-electoral de Yukio Hatoyama es más de lo mismo. Así que, desgraciadamente, sólo nos queda la posibilidad de la Unión Europea como luz al final del túnel…
Info: BolsonWeb Amorina Saracco | BWN Patagonia
¿Pero es legal? Desgraciadamente, sí.
Ambas naciones están exemptas de la moratoria de comerciar con carne de ballena que impera en todo el mundo. Noruega, por ejemplo, lo logra por la vía más descarada: formalmente se opone a tal prohibición y se declara a sí misma exempta. Japón lo encubre con la “permisos científicos”. A grupos indígenas, como en Alaska, se les permite por motivos de subsistencia tradicional.
Lo grave del caso es que el rorcual común se cuenta entre las especies en peligro de extinción. Los científicos marinos de Islandia, en cambio, sostienen que la población de este cetáceo es en sus aguas lo suficientemente grande como para sostener capturas del tamaño antes expuesto.
Las nuevas cuotas de capturas de este tipo de ballenas fueron aprobadas, en medio de una fuerte controversia, por el gobierno de Geir Haarde poco antes de tener que renunciar, el pasado enero, entre las airadas protestas de la población, arruinada por la crisis de las sub-prime.
A pesar de que el nuevo gobierno, formado por una coalición de la izquierda y los verdes, prometiera en su momento revisar estas cuotas, lo cierto es que de momento ni lo ha hecho ni pinta tiene de que lo vaya a hacer.
La esperanza más firme está en manos de la Unión Europea. El gobierno actual ha aplicado formalmente para ingresar en la unión, y es más que probable que como condición se obligue a Islandia a acabar con la caza y comercio de ballenas.
El pueblo islandés, no obstante, debe todavía pronunciarse en un reférendum a favor o en contra del ingreso en la UE, por lo que los grupos conservacionistas creen que la empresa de Kristjan Loftsson está usando los beneficios de la exportación de carne de ballena (estimados este año en 40 millones de dólares…) como forma de chantaje o lobby a los políticos.
Por otro lado, en Japón habrá elecciones pronto. A pesar de que los ecologistas tenían la esperanza de que el candidato opositor modificara las políticas balleneras del país nipón, lo cierto es que la posición pre-electoral de Yukio Hatoyama es más de lo mismo. Así que, desgraciadamente, sólo nos queda la posibilidad de la Unión Europea como luz al final del túnel…
Info: BolsonWeb Amorina Saracco | BWN Patagonia
Vaya mundo de mi..da, no se como puede ser legal esta practica tan sadica, no me gusta lo que hacen con las ballenas ni la forma de maltratar a los animales...etc
ResponderEliminarfelicidades por tu blog, es muy chulo
saludos