La más importante empresa ballenera islandesa, Hvalur hf, cazó 125 ballenas de aleta o rorcuales comunes (Balaenoptera physalus) este verano. Kristjan Loftsson, el dueño, asegura que, con tan elevadas capturas, las exportaciones de carne de ballena al Japón se incrementarán muchísimo este año: hasta 1.500 toneladas, superando de largo las 65 del año pasado, y llenando así los stocks del mercado nipón. ¿Pero es legal? Desgraciadamente, sí. Ambas naciones están exemptas de la moratoria de comerciar con carne de ballena que impera en todo el mundo. Noruega, por ejemplo, lo logra por la vía más descarada: formalmente se opone a tal prohibición y se declara a sí misma exempta. Japón lo encubre con la “permisos científicos”. A grupos indígenas, como en Alaska, se les permite por motivos de subsistencia tradicional. Lo grave del caso es que el rorcual común se cuenta entre las especies en peligro de extinción. Los científicos marinos de Islandia, en cambio, sostienen que la población de este ...
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