Es una cifra mágica para los niños del pueblo: si el mercurio baja aún más de esos –52o, no hay colegio, pese a que desde hace cinco años la escuela tiene calefacción. Pero sería demasiado arriesgado hacerles caminar por las calles oscuras, donde el sol salió ayer a las 10.58 horas y se puso a las 16.10. No hace falta decir que para los entre 500 y 900 habitantes de Oymyakon –los datos varían según la fuente– la vida es dura, muy dura en inviernos que se alargan durante siete u ocho interminables meses del año.
El pueblo, en el extremo oriental de Rusia, en la región de Sacha o Yakutia, es famoso por ser el lugar habitado más frío del mundo. Fama que debe a los 72,1o bajo cero registrados el 26 de enero de 1926, pero también a que ese frío se repite año tras año en el valle del río Indigirka, donde no llega el viento y donde una manta gélida cubre las casas durante meses. «He viajado a muchos lugares, pero debo decir que Oymyakon es uno de los sitios más inusuales que he visto. Hay otros sitios más cerca del polo Norte, en Noruega por ejemplo, pero ningún pueblo sufre las condiciones meteorológicas tan extremas como este», dice Luciano Napolitano, un experimentado trotamundos de Milán que visitó la zona a finales del 2007.
El fin del mundo
El fin del mundo
Oymyakon es uno de esos lugares que casi literalmente es el fin del mundo. Está a dos, tres días en coche desde la ciudad más cercana, Yakutsk, donde los 200.000 habitantes soportan una media en enero de -40o. Solo se puede llegar en invierno, cuando lagos y ríos están helados. Parte del camino se recorre sobre la autopista de Kolyma, más conocida como la carretera de los huesos. Fue construida por encargo de Stalin y los trabajadores eran presos de los gulagssiberianos. Miles murieron en las condiciones tan extremas y fueron enterrados bajo el pavimento.
Stalin quiso abrir el pueblo, rodeado por montañas ricas en oro, plata y otros materiales preciosos, al mundo y asentar, de paso, a los nómadas sacha de la zona. Antes, solo vivían ahí entre mayo y octubre los cazadores de renos; ahora es habitado todo el año. «Ya que el frío tan extremo es normal ahí, están bien organizados –dice Napolitano–. En Europa nos atascamos con un poco de nieve, ahí la vida normal sigue». ¿Vida normal? No hay agua corriente (las cañerías se congelarían y reventarían), sino que se descongelan enormes cubos de hielo para el consumo; ocurre también con la leche. En la calle no se pueden llevar gafas, ya que se pegarían a la cara. Y los motores de los coches (todos con doble cristal) no se apagan en todo el día, para que no haya problemas a la hora de arrancar.
«Es un paraíso, por el paisaje nevado, la naturaleza pristina, pero vivir ahí es otra cosa»,sabe el viajero Napolitano. Dentro de las casas, la leña sube la temperatura a unos 30 grados, positivos. Luego, el vodka calienta los cuerpos también por dentro. El alcohol, dicen en Oymyakon, causa más muertos que el frío.
Info / Foto: EDWIN WINKELS / El Periódico - Sociedad
guau es impresionante. y como haran para bañarse, para tener sexo????
ResponderEliminar