Greenpeace considera que el nuevo gobierno interino de Islandia no debe permitir que la nueva cuota de caza de ballenas aprobada por el Ministerio de Pesca saliente sea aprobada, ya que supondrá consecuencias directas para el comercio y el turismo, especialmente necesarios para la economía de este país. La caza de ballenas empaña la imagen internacional de Islandia, y es insignificante desde un punto de vista económico. Más del 90% de la carne producida por el incremento de la cuota provendrá de especies de cetáceos amenazados, que no será consumida por los islandeses sino exportada. El único país receptor de esta mercancía es Japón con el que, hasta el momento, las transacciones han sido muy escasas: tan solo un cargamento de 60 toneladas de carne de ballena, que ha permanecido cuatro meses en las aduanas antes de obtener permiso. Además, Japón ya tiene almacenadas miles de toneladas de carne de ballena congelada. El gobierno de Islandia puede encontrar soluciones económicas mucho me
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