Encuentras el Greenhouse Studio en una silenciosa calle residencial, en la periferia de Reikiavik. Es una casa de doble uso: centro de trabajo y hogar del músico y productor Valgeir Sigurdsson. Nada revela que nos hallemos ante uno de los centros de la vanguardia sonora internacional. Valgeir, 38 años, apareció en el radar musical en 1998, cuando colaboró con Björk en la banda sonora de Dancer in the dark. Posteriormente, ha sido requerido por francotiradores tan diversos como Camille, CocoRosie, Kate Nash, Bonnie Prince Billy o Spike Jonze. También ha producido Made of wood, nuevo disco de Aaron Thomas, el muy seductor cantautor australiano que reside en Madrid.
El Greenhouse Studio es un lugar de ensueño: una explosión de naturaleza verde en los ventanales; no hay paredes entre el espacio de los músicos y la mesa de Valgeir. "Está hecho a capricho", explica el productor: "Hasta los años sesenta, no había estudios de grabación en Islandia y los músicos viajaban a Copenhague o Londres". Ahora, ocurre exactamente lo contrario.
Alrededor de Valgeir, se han concentrado músicos inclasificables, islandeses o foráneos. En Reikiavik vive Ben Frost, feroz experimentador de Melbourne que aporta fuerza bruta a las tendencias pastorales de los estadounidenses Sam Amidon o Nico Muhly. Amidon reinventa canciones folclóricas con formas nebulosas mientras que Muhly destaca entre el último minimalismo neoyorquino.
Lo extraordinario es que todos tocan en los discos de todos (y en muchas de las producciones de Valgeir). En 2007 nació Bedroom Community, un sello imposible: música tan resbaladiza como el mercurio, ajena a etiquetas. "Intentamos trabajar de forma natural, sin mirar el reloj. Los músicos pueden quedarse a dormir en mi casa, comen con mi familia. Björk lo llamaba arte doméstico y eso da a las grabaciones una frescura única".
La crisis financiera ha desinflado el globo de la prosperidad islandesa, lo cual también tiene sus ventajas. Según Nico Muhly, "ahora puedes tomarte un café en Reikiavik sin miedo a agotar la tarjeta de crédito". Para Valgeir, el sopapo de la realidad ha sido bueno para los artistas: "Ya no vale esperar subvenciones o patrocinios. Tienes que mancharte las manos, crear por pura necesidad expresiva, sin esperar recompensas inmediatas".
Info: DIEGO A. MANRIQUE - ElPais.com - Tecnología
El Greenhouse Studio es un lugar de ensueño: una explosión de naturaleza verde en los ventanales; no hay paredes entre el espacio de los músicos y la mesa de Valgeir. "Está hecho a capricho", explica el productor: "Hasta los años sesenta, no había estudios de grabación en Islandia y los músicos viajaban a Copenhague o Londres". Ahora, ocurre exactamente lo contrario.
Alrededor de Valgeir, se han concentrado músicos inclasificables, islandeses o foráneos. En Reikiavik vive Ben Frost, feroz experimentador de Melbourne que aporta fuerza bruta a las tendencias pastorales de los estadounidenses Sam Amidon o Nico Muhly. Amidon reinventa canciones folclóricas con formas nebulosas mientras que Muhly destaca entre el último minimalismo neoyorquino.
Lo extraordinario es que todos tocan en los discos de todos (y en muchas de las producciones de Valgeir). En 2007 nació Bedroom Community, un sello imposible: música tan resbaladiza como el mercurio, ajena a etiquetas. "Intentamos trabajar de forma natural, sin mirar el reloj. Los músicos pueden quedarse a dormir en mi casa, comen con mi familia. Björk lo llamaba arte doméstico y eso da a las grabaciones una frescura única".
La crisis financiera ha desinflado el globo de la prosperidad islandesa, lo cual también tiene sus ventajas. Según Nico Muhly, "ahora puedes tomarte un café en Reikiavik sin miedo a agotar la tarjeta de crédito". Para Valgeir, el sopapo de la realidad ha sido bueno para los artistas: "Ya no vale esperar subvenciones o patrocinios. Tienes que mancharte las manos, crear por pura necesidad expresiva, sin esperar recompensas inmediatas".
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