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Islandia vuelve a sus raíces pesqueras

Durante siglos, los islandeses se ganaron la vida en los mares, saliendo en pequeñas embarcaciones a pescar bacalao, abadejo y arenque en las aguas noratlánticas.

Pero en años recientes, estos orgullosos descendientes de vikingos encontraron una nueva presa, pescando negocios en todo el mundo con la ayuda de poderosos bancos y débiles regulaciones financieras.

Ahora el mar es nuevamente la fuente de vida para Islandia. Mientras que el resto de la economía se desploma, la industria pesquera de la isla está en auge, con grandes capturas y un incremento en las exportaciones gracias al colapso de la moneda, la krona.

"Un banquero dijo que no necesitábamos ya la industria pesquera", dijo Helgi Mar Sigurgeirsson, ingeniero de un barco arrastrero anclado en la bahía de Reykjavik. "Dijo que el país podía ganar dinero con los bancos. Me gustaría verle hablar ahora".

La pesca está tan arraigada en la cultura nacional de Islandia que las monedas nacionales portan las imágenes del bacalao, el cangrejo y el capelín. Generaciones de islandeses han pescado en el fértil mar de esta isla volcánica, donde las aguas cálidas de la Corriente del Golfo se mezclan con las gélidas del Artico.

Era una vida dura, llena de peligros y conflictos.

Entre las décadas de 1950 y 1970, Islandia - hastiada de lo que consideraba pesca furtiva por embarcaciones extranjeras - expandió unilateralmente sus aguas territoriales, finalmente hasta 370 kilómetros. Las acciones desataron una serie de "Guerras del Bacalao" en que la Armada de Gran Bretaña envió buques a Islandia y guardacostas islandeses cortaron las redes de pescadores británicos.

Islandia ganó el diferendo, en parte amenazando con expulsar a las fuerzas de la OTAN de su base en la isla, y desde entonces ha conseguido elogios internacionales por administrar su pesca sosteniblemente mientras otros países han llevado a la extinción sus reservas.

La industria pesquera islandesa siempre ha sido una bendición para la economía. El año pasado, la pesca empleó a 4% de la fuerza laboral islandesa, poco más de 7.000 personas. Pero los productos pesqueros representaron casi la mitad de las exportaciones de Islandia, y 10% del producto interno bruto.

"Las industrias de la pesca siempre han sido la espina dorsal de nuestra economía", dijo el ministro de pesca de Islandia, Einar Kristinn Gudfinnsson. Y con la crisis económica, "las pesquerías ganarán importancia".

En años recientes, Islandia se vio seducida por las ganancias rápidas del mundo financiero. La desregulación, un auge del mercado de valores y el alza de la krona ayudaron a los empresarios islandeses a lanzarse a una ola de compras en el mundo. Los nuevos ricos volaban en sus avionetas privadas y conducían sus Hummers y Range Rovers por las calles de Reykjavik, un duro poblado pesquero convertido en refulgente capital. Un magnate incluso se trajo al cantante británico Elton John para que actuase en la fiesta por su 50mo cumpleaños.

Había abundante empleo. Centenares de personas de Europa Oriental se mudaron a Islandia para trabajar en la industria de procesamiento de productos pesqueros - en empleos sucios, malolientes, que los islandeses ya no deseaban.

"No podíamos seguir funcionando sin mano de obra extranjera porque los islandeses estaban demasiado ocupados trabajando en los bancos", dijo Sigurdur Sverisson, portavoz para la Federación de Propietarios de Barcos Pesqueros Islandeses.

Cuando la crisis crediticia golpeó, los bancos de Islandia se vieron atascados tratando de pagar deudas que algunas veces eran nueve veces el tamaño del producto interno bruto nacional. A inicios de octubre, los tres principales bancos comerciales fueron tomados por el gobierno.

Despidos que comenzaron en los bancos se han extendido a toda la economía, donde muchos negocios se esfuerzan por sobrevivir. Muchos islandeses están ahora imposibilitados de pagar hipotecas y préstamos para automóviles.

Ahora, dice Sverisson, "la gente está haciendo cola por trabajos en la industria pesquera".

En los embarcaderos de Rekjavik, carretillas elevadoras van de un lado a otro descargando bacalao, rape y otras especies en almacenes del puerto. En unas horas, gran parte de la pesca del día habrá sido vendida en una subasta en la internet y se dirigirá a Gran Bretaña, España, Holanda, Estados Unidos y otros países.

La temporada este año es buena. El pez abunda y los precios por muchas especies han subido.

Pero Sverisson ve una nueva amenaza a la industria pesquera islandesa - la Unión Europea. La crisis financiera ha convencido a muchos islandeses de que el país debería integrarse al bloque continental y adoptar el euro. Sverisson dice que eso significaría subscribirse a la política europea de pesca común.

"Al sumarnos a la Unión Europea no tendríamos más los derechos sobre nuestras reservas", dijo.

Por ahora, los pescadores islandeses son el símbolo de largo camino del país hacia la recuperación. Sigurgeirsson, de 34 años, ha estado en el mar desde hace 10 años y se siente desconcertado por la nueva imagen de la industria. Dice que los pescadores están siendo descritos como una mezcla entre salvadores nacionales y ambiciosos ricachones que consiguen grandes salarios gracias a enormes capturas.

Las tripulaciones de los barcos arrastreros se pasan hasta 200 días en el mar - hasta 40 días por vez - y reciben una porción de la captura, así que sus ingresos fluctúan. Sigurgeirsson dice que por cada año de auge hay otro en el que la tripulación solamente consigue el salario mínimo.

"En las noticias ahora hablan de nosotros. Dicen que estamos ganando dinero para el país", dijo Sigurgeirsson, sentado en medio de sogas enrolladas bajo la cubierta del barco Faxi. "Nosotros hemos estado haciendo eso todo el tiempo".

"Ahora todo el mundo dice 'estamos en la misma situación'. Pero yo no estaba en la misma situación con los banqueros. A mí no me invitaron a una fiesta de cumpleaños con Elton John. Yo estaba en el norte del Atlántico".

Info: Por JILL LAWLESS - The Associated Press - El nuevo Herald - El Mundo AP

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