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Björk nos cuenta...

La voz y la edad:
"Creo que con los años gané control vocal. Es una de las ventajas de envejecer. La crudeza y la emoción se conservan, es mentira que se pierdan con la juventud. Además, creo que no existe el día en que uno se despierta y descubre que ya no tiene sentimientos. Cuando uno crece, gana empatía y emoción, y la voz crece emocionalmente, pero también técnicamente. Es algo excitante para mí. Es el lugar donde se encuentran la disciplina y el instinto. Creo que se refleja en todo lo que hago. Mi nuevo disco favorito, mis nuevos amigos; ser feliz, estar borracha, conseguir que me traten bien los taxistas, todo se va a notar en mi voz".

La música electrónica:
"No entiendo a la gente que no le gusta. Nací en 1965, y cualquiera que haya nacido en esa época ha estado escuchando ciertos sonidos durante toda su vida, y esos sonidos están en la música electrónica. Tendría que resultar algo muy familiar. Es más libre, experimental, me nutre, allí hay riesgo; es algo feliz, vital, es vida pura. A mí me parece que es hermosa".

La edad:
"Siempre me sentí como de cinco o de noventa años. Estoy bastante incómoda entre los veinticinco y los cuarenta y cinco años. Este período no tiene nada que ver conmigo. Hay un montón de histeria sobre nada, puro correr y preocuparse por el resto de tu vida".

Su voz:
"Canto desde que era chica. Solía cantar cuando iba caminando a la escuela, así lloviera o nevara. En Islandia uno puede cantar a todo pulmón sin que nadie lo escuche; la mayor parte de mi juventud fue una experiencia eufórica. Nunca pensé que iba a cantar para otra gente, recién lo hice a los 27 años. Siempre fue mi secreto, mi equipo de supervivencia. Cantar al aire libre sola, caminando, desarrolló mi voz. Es muy acústica por sí sola, sin micrófonos. Y siempre la entreno por la mañana".

Ser rara:
"Me dicen rara desde que tengo tres años. A los cinco me acostumbré. Entonces tomé una decisión: o iba a vivir mi vida preocupada por lo que la gente pensaba de mí, a vivir de acuerdo a una serie de reglas que desconocía y no entendía, o iba a vivir como quería. Y hacer esto es mucho más divertido".

Islandia:

"Es mi pequeño mundo, el pueblo de mis parientes y mis amigos, la gente que amo y que odio. Es un lugar mágico de verdad. Nuestra relación con la magia es reciente; hasta hace cincuenta años, los islandeses vivían en la Edad Media. En el fondo, todavía lo siguen haciendo. El islandés actual puede tener celular y antena satelital, pero su alma todavía vive en la Islandia rural de 1750. Me sentí muy incomprendida en Islandia, pero aún así me resulta un lugar fascinante. Es imposible ser una estrella pop en Islandia. El taxista que te lleva al aeropuerto te dice: 'No creas que porque te hiciste famosa sos mejor que yo. Me encontré con tu abuela, y me dijo que ya no la llamás por teléfono'. Todo el mundo se conoce".

El alcohol:
"Cuando me emborracho, me emborracho de verdad. Tomo del pico. Ésa es mi cultura. Nosotros no tomamos a sorbitos, tomamos como bestias. Hay que ser así, si no se te considera un flojo. Tiene mucho que ver con el clima: en Islandia uno está muy sobrio o muy borracho. No hay términos medios. Cuando estoy borracha me pongo muy eufórica. Es a todo o nada. O me quedo en casa sobria, o salgo a emborracharme hasta la ceguera. Me gustaría ser delicada y lograr que dos botellas de vino me duren nueve horas, pero no soy así. Mis borracheras siempre tienen que ser un verdadero desastre".

Más info por Hernán Ferreirós en: Pagina12

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